El miedo tiene relación con los riñones.
Los riñones son los encargados de nutrir, crear y sostener la estructura vital en cuanto que nutren los huesos, las articulaciones y los tendones. Por tanto, para poder enfrentar y atender lo que nos llega del exterior necesitamos un mínimo de fortaleza y estructura y esta cualidad depende de la condición de los riñones.
Los riñones necesitan sales minerales, las sales minerales sostienen y coadyugan a muchos procesos orgánicos, especialmente la remineralización del organismo y la vitalidad mental.
La comida refinada (cereales refinados y fragmentados), el azúcar industrial y los cultivos intensivos desmineralizan.
Por tanto, debilitan los riñones:
- La comida fría (helados, refrescos, alcohol, exceso de líquidos y el picoteo, incluido bocadillos).
- El azúcar industrial y derivados.
- Las grasas saturadas (lácteos industriales, carnes industriales y bollería).
- El exceso de solanáceas (tomate, papa, pimiento, berenjena y tabaco).
- Los ruidos.
- Los ambientes oscuros, cargados y ruidosos.
Mientras tanto, fortalecen los riñones:
- La comida caliente y de cuchara.
- Las legumbres, especialmente las judías y las azukis (variedad de judía roja).
- Las algas marinas.
- La sal sin refinar usada al cocinar.
- Los alimentos biológicos, especialmente frutas y verduras.
- El trigo sarraceno y el arroz integral.
La ansiedad tiene relación con el sistema nervioso, el corazón y la asimilación de alimentos y vivencias, y, por supuesto con la vida moderna y el estrés.
Lo que más debilita el sistema nerviosos son los cereales refinados y el azúcar industrial. Las neuronas necesitan vitaminas, especialmente del grupo B, minerales y grasas de calidad.
Favorecen la ansiedad:
- Los cereales refinados.
- El azúcar industrial.
- Los estimulantes (café, alcohol, tabaco).
- Las grasas animales.
- Las comidas copiosas.
- Los picantes y las salsas industriales.
Mejora la ansiedad:
- Los cereales integrales, especialmente el mijo y el millo.
- Las semillas, especialmente el sésamo.
- Las verduras, especialmente las de hoja verde.
- Las grasas de calidad: aceites vegetales de primera presión en frío (girasol, sésamo, maíz), las semillas y frutos secos biológicos.
- Comer despacio masticando bien.
- Crear regularidad con la comida.
- Comer relajado y en ambientes tranquilos.