Estar en salud en gran medida es estar en armonía con el entorno, y para ello, una clave es adaptarnos a los cambios externos.
Por millones de años los seres humanos hemos vivido en armonía con el medio ambiente, de tal forma que estamos perfectamente adaptados a las condiciones físicas de la Tierra: la gravedad, la luz solar, etc.
Durante muchos años el campo magnético de la tierra ha sido reducido, existiendo pocas fuentes de emisores electromagnéticos. Mientras hasta hace poco las ondas electromagnéticas presentes formaban equilibrio con el ecosistema, la creciente emisión de ondas en el último siglo ha desequilibrado la armonía existente.
Los cambios electromagnéticos afectan a las células del organismo de los seres vivos así como a los sensores bioeléctricos del cuerpo humano. Quiere decir que, de la misma forma que los rayos ultravioleta generados por la capa de ozono afectan a la piel, las frecuencias electromagnéticas derivadas de las redes inalámbricas(wifi), ordenadores, microondas, redes eléctricas, antenas de telefonía, radares, satélites, escáneres, radiofrecuencias, telefrecuencias, etc. generan radiaciones que interfieren y distorsionan el funcionamiento normal del organismo humano.
Estas alteraciones se traducen en tensión interna, afectando el sistema nervioso e influyendo en el rendimiento energético y en la salud, tales como cansancio, insomnio, tensiones psicológicas, ansiedad, inquietud, dificultad de concentración, inapetencia, irritación, bajada de defensas, aumento de radicales libres o alteraciones sanguíneas entre otros. Dado que el desarrollo tecnológico es imparable e inevitable, resulta imprescindible protegernos al máximo de las alteraciones reseñadas.
Para ello hay convertidores de onda, a través de la plata y el grafeno, que reconducen la nocividad y la transforman en onda magnética adecuada al ADN del ser humano. Por lo que frecuencias electromagnéticas nocivas para la salud del organismo humano son identificadas, decodificadas y transformadas a ondas inocuas y asimilables.
La importancia radica en neutralizar las frecuencias alteradas por las radiaciones y crear un campo de ondas similar al existente en la Naturaleza con una frecuencia adecuada a los seres vivos.
Es sabido que la glándula pineal segrega melatonina y para ello necesita oscuridad, pero con las radiaciones aún cuando esté oscuro todo, sigue habiendo “luz”, así el cerebro las reconoce y no secreta melatonina (potente antioxidante que evita la oxidación celular) con lo que se empieza a perder la regulación del descanso, el sueño y la recuperación vital.
Protegernos de las radiaciones electromagnéticas circundantes es esencial para mantener nuestra conexión armónica con el entorno y crear una frecuencia interna apta para estar en salud y lograr aquello que nos proponemos sin interferencias externas.
La protección la podemos realizar:
A través del móvil, cuando lo usamos con frecuencia, tendemos a guardarlo en los bolsillos, en el bolso o cuando hay presencia de niños o estados de salud que pueden verse perjudicados. Al usar el PHIONE (protector de las radiaciones de tu móvil) podremos usar el móvil sin que altere el cerebro, los cromosomas y el ADN. Va pegado al móvil, no tiene caducidad, por lo que su duración es indefinida, lo podemos trasladar de un móvil a otro y permite el uso por embarazadas o niños. |
A través de una protección personal, cuando estamos mucho tiempo con ordenadores, áreas wifi, viajes en aviones o cerca de antenas o cualquier tipo de radiación externa para tu protección personal, abarca un área de 1 metro cuadrado alrededor. Al usar PHIWAVES (protector personal de las radiaciones electromagnéticas) podemos darle diferentes usos, viene en un estuche que podemos colocarlo en el cinto del pantalón o en el bolso, o para eliminar geopatías al dormir, colocándolo debajo de la almohada, para favorecer el sueño, o bien entre el teclado y el ordenador. |