El verano necesita:
- Variedad de alimentos (especialmente vegetales).
- Platos llenos de color y sabor.
- Alimentos con poca cocción y presencia de crudos, siempre que haya suficiente fuerza digestiva.
- Consumo regular de ensaladas.
- Abundancia de verduras de hoja y semillas amargas.
- Comidas ligeras, altas en agua y con más salsas para acompañar.
- Presentación atractiva que nos saque de la pesadez del calor.
- Bebidas refrescantes variadas.
- Frutas de la estación y algunos zumos de frutas, dependiendo de la condición.
El sabor amargo (centeno, alfalfa, escarola, endivia, amaranto, quinoa, apio, lechuga, mijo, alcachofa, achicoria, aceituna, piel de limón, hojas rábano, cebolleta, nabo, semillas de girasol, sésamo, calabaza o lino, malta de cebada, cacao o café), crea energía descendente y su naturaleza es fría.
Favorece:
- El sistema nervioso y tiende a bajar la presión de la sangre.
- El corazón, eliminando grasas saturadas, depósitos de mucosidad, colesterol y calor, ayudando a limpiar las arterias.
- El hígado, refrescando y destensándolo cuando hay excesiva grasa y tensión.
El sabor amargo especialmente se encuentra en las cáscaras, en la piel de las frutas, al tostar alimentos y en las hojas verdes. Ayuda a eliminar, humedad, sudor (seca), sobrepeso (contrae) y cuando hay exceso de calor (enfría). Si una persona está débil, con poca energía con anemia o hígado inflamado y friolera debe tomar los alimentos amargos con moderación. En verano hay que tomar con moderación los alimentos muy amargos y aumentar los vegetales y frutas (alimentos ricos en agua). Ante un verano con demasiado alimento frío (helados), mucho alcohol (distensión) y café (activación) y demasiada mezcla y descontrol con la comida es mejor hacer una comida más líquida, más frutas y verduras, más crudo, menos cocciones, menos cantidad de comida, más condimentos y más sencilla la comida. Un exceso de fuego crea hiperexcitación, nerviosismo, ansiedad, insatisfacción y estrés. Una carencia de fuego crea apatía, desinterés, falta de motivación, tristeza y opacidad. El calor es luz y el fuego crea claridad, la claridad aparece cuando hay conciencia, y la conciencia depende del contacto interno (con uno mismo) y de la intuición. Para que haya alegría, gozo y entusiasmo propios del verano es conveniente que la comida sea nutritiva y compartida, que hayan dosis de actitud amorosa y que cree apoyo, lazos de unión y calor interno. La característica principal del corazón en equilibrio es calma interna y brillo, que es la fuerza y energía necesaria para que toda acción se desarrolle y llegue a su plenitud.